CAPÍTULO
1
Comentarios
preliminares
§ 1.
La suposición básica de cualquier gramática es que las emisiones sonoras
producidas al hablar [1] se pueden reducir a secuencias de fragmentos silábicos
llamados palabras, que las palabras se combinan entre sí en frases y estas a su
vez en frases más complejas, en número indefinido, según normas o principios.
§ 2.
Las gramáticas del español, independientemente del modo como se presenten y de
lo que digan sus autores en los prólogos, son teorías que soportan de algún
modo la explicación del significado de las oraciones españolas normales [3].
Consiguientemente, no es de esperar que sean verdaderas ni perfectas, pero sí
claras y precisas, lógicamente consistentes y del mayor abarque posible.
Naturalmente, tampoco es de esperar que
expliquen por sí mismas dichos significados. Las teorías, sean acerca de lo que
fuere, de por sí no explican nada: los que explican son personas conocedoras
del objeto sobre el que versa la teoría e idóneas para mostrar que ciertos fenómenos
son consecuencias de los principios teóricos y de las hipótesis.
§
3. Como teorías, las gramáticas clásicas
del español fallan porque sus predicados metalingüísticos son inútiles o
absurdos.
§
3.1. En el capítulo X de R.A.E., 'Gramática de la lengua castellana', 1917,
debutan las definiciones de oración gramatical, sujeto gramatical y predicado
gramatical.
194. oración gramatical
es la expresión del juicio lógico, o sea la manifestación oral del acto del
entendimiento en virtud del cual afirmamos una cosa de otra.
194 b. Las partes
esenciales de la oración gramatical son dos: el vocablo con que se designa el
ser (persona, animal o cosa) de que se afirma algo, y que en lenguaje
gramatical se llama sujeto, y el que expresa la cosa afirmada, que se llama
predicado.
Así,
la noción de oración reposa en las de sujeto gramatical y predicado
(gramatical), obviamente defectuosas. En efecto: respecto de 1
1. Juan y Pedro son
amigos
Juan
y Pedro es el sujeto
gramatical porque designa a las personas de las que se afirma que son amigos.
Pero ¿qué decir respecto de 2?
2. Juan es amigo de
Pedro
¿Acaso
Juan y Pedro no designan como en 1 a las personas de las que se
afirma que son amigos? Pero, más aún: sin necesidad de comparaciones, es claro
que respecto de oraciones como 3
3. Eva tentó a Adán
puede sostenerse tanto que afirma de Eva la acción de tentar a Adán como que
afirma de Eva y de Adán, tomados en ese orden, la relación significada por tentar.
Por otra parte, puesto que un barco
destrozó no expresa el juicio lógico expresado por un barco de guerra
inglés nos destrozó la arboladura de El Dragón a cañonazos (Pío Baroja,
‘Las inquietudes de Shanti Andía’), ¿qué ha de tomarse como sujeto gramatical, barco
o un barco de guerra inglés? ¿Y qué como predicado gramatical, destrozó
o nos destrozó la arboladura de El Dragón a cañonazos?
Para esta objeción hay respuesta en el
añadido enunciado en el § 203:
(...) el sujeto y el
predicado vienen indicados muchas veces por vocablos que no siempre expresan un
concepto cabal (...). De ahí la necesidad de otros vocablos que vengan a
precisar la expresión del sujeto y la del predicado. Estos vocablos se llaman complementos
(...).
Otro fallo de la definición del § 193 es su
excesiva estrechez. Así, no abarca las oraciones llamadas impersonales (v.gr.: Está
lloviendo en Madrid, Hay pocos lugares apacibles en Fuerte Apache);
tampoco las interrogativas (v.gr.: ¿No le parece?) ni las desiderativas
(v.gr.: Ojalá me entiendan) ni las dubitativas (v.gr.: Quizás no
quieran entenderme); finalmente, también deja afuera a las subordinadas
sustantivas (v.gr.: él cree que usted lo entiende) y las
adjetivas de relativo (v.gr.: el profesor que lo entiende...).
En 1957, frente a la ineficacia teórica de
la definición del concepto de oración, Chomsky sugiere un camino programático
alternativo: generar (i.e. definir) su extensión mediante una gramática
generativa. En R.A.E., 'Esbozo de una nueva gramática de la lengua española',
1973, se opta por corregir la definición de 1917:
3.1.2. La intención del
hablante divide la elocución en unidades de sentido completo en si mismas
llamadas oraciones. Tener sentido completo en sí mismas quiere decir que
contienen una enunciación (afirmativa o negativa), una pregunta, un deseo o un
mandato.
Siguen cayendo afuera las subordinadas
sustantivas y las adjetivas de relativo. Además, frases como Todo el poder a
los sóviets, Por aquí, muchachos, Siempre más adelante, Sin
prisa y sin pausa, como el Sol, ¿A la huelga sin organizarnos antes?,
etc., sirven a menudo para exhortar, mandar o preguntar y, quiérase o no, se
ganan el título de oraciones.
Pero el sujeto y el predicado resucitan de
todos modos:
3.1.3. Con mucha
frecuencia la oración establece una relación lógica entre dos términos o
miembros: sujeto y predicado. El sujeto es la persona o cosa de la cual decimos
algo; por predicado entendemos todo lo que decimos (predicamos) del sujeto.
§
3.2. la noción de núcleo (de una frase), debida
a Leonard Bloomfield [5], no sirve para explicar el significado de las frases
por la sencilla razón de que el significado de la frase depende por igual de
todos sus componentes; p.ej.: barco de guerra inglés está compuesta por barco,
que nombra un barco; por de guerra, que atribuye a ese objeto la
cualidad de servir para la guerra; y por inglés, que atribuye al mismo
objeto la cualidad de ser inglés. Por consiguiente, barco de guerra inglés no
es reductible a barco, ni es un nombre común para los barcos de una
subclase de barcos.
§
3.3. la noción de modificador del núcleo de una frase,
tomada al pie de la letra [6], es lisa y llanamente disparatada. Ninguna
palabra modifica a otra: es evidente, p.ej., que armonio y alemán permanecen
idénticas cuando se juntan en armonio alemán; lo mismo vale de sus
significados; y es justamente porque permanecen idénticas que la contribución
de armonio alemán al significado de la oración no es la misma que la de armonio
sola ni es la misma que la de alemán sola. En verdad, la palabra armonio
sirve, sola o juntada a alemán, para nombrar un armonio, y alemán,
sola o juntada a armonio, para atribuir a un objeto la cualidad de ser
alemán. Así, armonio alemán sirve en la oración 1 para nombrar un
armonio, gracias exclusivamente a armonio, y para atribuirle al armonio
la cualidad de ser alemán, gracias exclusivamente a alemán [7].
1. Pietro
Crespi le regaló al templo un
armonio alemán (...). (G. García Márquez, 'Cien años de soledad')
§
3.4. Por lo dicho, también es inaceptable la noción de complemento del verbo
presentada en R.A.E., 'Gramática de la lengua española', 1917 [8]:
239. (...) Cuando decimos
Juan dio, la expresión no está
completa: puede dar muchas y diversas cosas. Si
Juan dio limosna, precisamos más el concepto expresado; y si
decimos Juan dio limosna a nuestro vecino, todavía lo precisamos más, y
más aún si decimos Juan dio limosna a nuestro vecino ayer (...).
Es claro que Juan dio es una
expresión incompleta, pero no porque Juan puede dar muchas y diversas cosas,
sino porque dio atribuye a Juan un vínculo con algo más (el vínculo,
naturalmente, es el nombrado por dio), y ese algo no aparece. Los
autores contemplan la frase dió limosna a nuestro vecino ayer como una
sucesión de especificaciones de un concepto, 'dar', y no como la significación
del hecho de dar Juan limosna, más la significación de que tal hecho beneficia
a un vecino y que ha ocurrido el día al que pertenece el lapso de la
proferencia.
A continuación se lee:
Llamamos complemento u
objeto directo al vocablo que precisa la significación del verbo transitivo,
y denota a la vez el objeto (persona, animal o cosa) en que recae directamente
la acción expresada por aquél: en el ejemplo anterior es el nombre limosna.
Hay aquí una mezcla de enfoques: por una
parte, se ratifica la opinión de que el complemento directo especifica el
significado del verbo; por otra parte, se dice que el complemento directo
denota. Ambos puntos de vista se mantienen respecto del complemento indirecto y
del complemento circunstancial:
Se designa con el nombre
de complemento u objeto indirecto el vocablo que expresa la
persona, animal o cosa en quien se cumple o termina la acción del verbo
transitivo ejercida ya sobre el acusativo [9], y también la de verbos
intransitivos (...). Y llamamos complemento circunstancial al
vocablo, adverbial o frase que determina
o modifica la significación del verbo, denotando una circunstancia de lugar,
tiempo, modo, materia, contenido, etc., y que en el ejemplo citado es el
adverbio ayer.
En R.A.E., 'Gramática de la lengua
española', 1994, E. Alarcos Llorach describe la oración española como sigue.
311. Entre los enunciados
existe un tipo especial conocido con el término de oración. Uno de sus
componentes, la palabra que se llama verbo (...), contiene dos unidades
significativas entre las cuales se establece la relación predicativa: el
sujeto y el predicado, que se entienden tradicionalmente como
"aquello de que se dice algo" el primero, y el segundo "lo que
se dice del sujeto".
Cotejemos las siguientes oraciones,
aplicables todas a una misma situación y posibles respuestas a una misma
pregunta como "¿qué hace el niño?":
El
niño escribe en su cuarto una carta a su amigo.
El
niño escribe una carta a su amigo.
El
niño escribe una carta.
El
niño escribe.
Escribe.
De una a otra oración se
han eliminado datos, bien porque son conocidos ya del interlocutor, bien porque
no interesa al hablante detallarlo. Pero en todas ellas aparece la unidad escribe,
imprescindible para que exista oración. Esta forma verbal es el núcleo de
la oración, y en él se cumple la relación predicativa: se dice de alguien (la
"tercera persona") algo (la noción de "escribir"). Los
demás componentes que en la oración pueden aparecer en torno del núcleo son términos
adyacentes, cuya presencia no es indispensable para que exista oración.
...
312. El núcleo de la
oración es (...) un verbo en forma personal. (...) esta clase de
palabras consta de dos signos, uno de referencia léxica expresado por la raíz
(en el ejemplo de arriba escrib, que alude a la noción
"escribir") y otro de valor gramatical manifestado por la terminación
(en el ejemplo, e, cuyo contenido engloba varios morfemas o accidentes,
entre ellos el de "persona", en este caso "tercera"). El
signo léxico del verbo (o sea, el significado de la raíz) es el verdadero predicado
de la oración, y el signo gramatical o morfológico funciona como el
auténtico sujeto (esto es, la persona designada por la terminación verbal), y
que debe llamarse sujeto gramatical o, si se prefiere, sujeto personal.
...
Así, el verbo ha multiplicado sus
funciones: no sólo es el núcleo de la oración y la mismísima oración; también
es el verdadero predicado y la expresión de la mismísima relación predicativa.
313. Los términos
adyacentes sirven para especificar con más precisión y en detalle la referencia
a la realidad que efectúa el verbo o núcleo de la oración.
...
Según la función que desempeñan en la
oración, existen varias clases de términos adyacentes:
1.° Cuando la situación en que se habla
no es suficiente para poder identificar qué ente real se corresponde con la
persona (o sujeto gramatical) incluido en el verbo, se agrega un sustantivo (o
segmento equivalente) que la especifica: El niño escribe, El maestro
escribe, La secretaria escribe, El de arriba escribe, La
que tú dices escribe, etc. Los segmentos El niño, El maestro,
La secretaria, El de arriba, La que tú dices especifican
la alusión de la tercera persona inserta en el verbo y permiten identificarla.
A este término adyacente se le llamará sujeto explícito o léxico.
2.° Cuando la amplitud referencial del signo léxico del
verbo (expresado por la raíz) [10] requiere una especificación que aclara la
alusión concreta, se añade otro sustantivo (o unidad equivalente), en general
pospuesto: Escribe una carta, Escribe un libro, Escribe
comedias, Escribe lo de siempre, Escribe lo que quiere. La
actividad designada por el verbo queda restringida por esos segmentos que
funcionan como objeto directo (también llamado complemento directo o
implemento).
3.° Cuando el sustantivo (o segmento
equivalente) que delimita la aplicabilidad de la noción léxica del verbo exige
ir precedido por una preposición impuesta por este, aparece un adyacente
llamado objeto preposicional (o suplemento): Hablaban de la guerra,
Abusaban de su bondad, Cuenta con mi apoyo.
4.° A veces se agrega una segunda
delimitación a la referencia del núcleo verbal, la cual suele aludir al
destinatario de lo designado por el verbo, y se caracteriza por la presencia
obligatoria de la preposición a ante el sustantivo (o equivalente) que
desempeña esta función de objeto indirecto: Escribe una carta a su
amigo, Hablan a sus hijos de la guerra.
5.° Unos cuantos verbos (los llamados copulativos: ser,
estar, parecer) tienen un signo léxico de alusión tan extensa que requieren
la precisión de un término adyacente para poder hacer una referencia concreta: El
niño es inteligente, La maestra está cansada, Los muchachos
parecen dóciles. Esta función de atributo (o predicado nominal) está
asignada, en principio, a adjetivos, pero pueden cumplirla también sustantivos
y otras unidades. Otros verbos admiten adyacentes análogos al atributo que
luego se verán (§ 365, 367): El ciclista llegó cansado, Dejad abierta
la ventana.
6.° La función de adyacente
circunstancial (llamado también complemento circunstancial o aditamento) la
cumplen en principio los adverbios, pero existen otras posibilidades
(sustantivos con preposición, oraciones transpuestas, etc.). Se refieren en
general a las circunstancias varias en que se produce o realiza la noción
léxica [11] a que alude la raíz del núcleo verbal. A veces, son como el marco
en que se encuadran las relaciones de ese núcleo y los otros adyacentes: Escribe
una carta en su cuarto, El lunes recibiremos noticias, Así se
escribe la historia. Otras veces (§ 358), convendrá segregar de esta
función la de adyacente oracional.
Podría objetarse que la obligatoriedad de
los términos adyacentes es la misma en todos los casos: así, la del objeto
preposicional es de naturaleza semántica y sintáctica; la del sujeto y la del
complemento directo, de naturaleza semántica.
Respecto del objeto directo se dice que
cuando la amplitud referencial del verbo requiere una especificación que aclara
la alusión concreta, se añade el objeto directo, como es el caso de asesinó y
César en Bruto asesinó a César; pero no se dice lo mismo respecto
del objeto preposicional cuando viene requerido por la amplitud referencial del
verbo, como es el caso de conversa y Platón en Sócrates
conversa con Platón.
§ 4.
Si el significado de las oraciones normales pudiera reglarse, bastaría el
sistema de reglas para explicarlo. Pero tal sistema no existe.
Alternativamente, la gramática elemental define un conjunto de cláusulas,
supuestamente vinculables a las oraciones de manera más o menos regular.
Además, asume varias hipótesis acerca del significado de dichas cláusulas.
§ 5.
Gramática elemental y gramáticas superiores.
El concepto de gramática elemental se opone
al concepto de gramática superior. En las gramáticas superiores caben
referencias a la percepción del mundo, la metafísica, la filosofía del
lenguaje, la variación lingüística, la historia del español, el reflejo de las
relaciones de poder en los usos lingüísticos, la estilística, las semejanzas y
diferencias del español con otros idiomas, el aprendizaje del español materno,
la enseñanza del español a hablantes de otros idiomas, etc.
_______
NOTAS
[1]
Hablar es una actividad de la que todos tenemos experiencia directa, rica y
variada. Su concepto es por lo tanto inteligible, y nos valdremos de él como
fundamental y primitivo (ir hacia atrás es inútil, pues toda explicación de hablar
reposa en nociones menos claras).
Hay varias especies de habla. Las más
frecuentes - y también las de mayor interés para la gramática - son la
enunciación, la pregunta, el mandato, la expresión de deseo y la expresión de
emoción. En la enunciación el hablante afirma o niega algo acerca de algo o de
alguien, como en El farol de la esquina está roto y María no vino;
o algo en general, como en Todas las mujeres votaron; o bien combina
ambas cosas, como en Nadie aprobó a Juan. En la pregunta, incita al
oyente a responder (por ejemplo, diciendo ¿Qué hora es?, a decir la
hora). En el mandato, incita al oyente a hacer algo (por ejemplo, a que alcance
el plumero, diciendo Alcanzame el plumero). Ejemplo de expresión de
deseo es Ojalá que tu carta llegue mañana; de expresión de emoción, ¡Qué
hermoso día! Pero la lista es larga: también son especies de habla la
llamada, el envido (en el juego del truco), la promesa, la absolución, la
condena, el juramento, el bautismo, la declaración de marido y mujer, la
apuesta, etc; por ejemplo, dichos en circunstancias apropiadas, ¡Juan López!,
Envido, Te prometo que iré, Yo te absuelvo, Lo condeno
a dos años de prisión, Juro desempeñar fielmente el cargo, Te
bautizo Francisco Ramírez, Los declaro marido y mujer, Te apuesto
diez pesos a que se cae.
[3]
Un fragmento de habla es una oración normal respecto de un conjunto C de
hablantes si al menos el 82 % de los miembros de C la reconocería, en las
circunstancias apropiadas, como un caso de oración.
Así entendido, el concepto de oración
normal sirve no sólo para evaluar fragmentos de habla sino también para
determinar comunidades hispanohablantes y corpus representativos del español.
Los dos ejemplos siguientes muestran esto con claridad.
Las personas nacidas bajo el signo de Aries
no constituyen una comunidad hispanohablante puesto que los arianos que
reconocen como oraciones españolas las oraciones de un corpus representativo
del español no alcanzan al 82 %; en cambio, los universitarios de Buenos Aires,
sí.
El libro de Azorín 'Confesiones de un
pequeño filósofo' es un corpus representativo del español puesto que cada una
de sus oraciones es reconocida como oración del español por al menos el 82 % de
los miembros de la comunidad hispanohablante; en cambio, el libro de Charles
Dickens 'Nicholas Nickleby', no.
[5]
L, Bloomfield, 'Lenguaje', Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1964, §
12. 10.
[6] modificar:
‘transformar o cambiar algo mudando alguno de sus accidentes’; D.R.A.E., 22a.
edición.
[7]
El dislate es añejo: el adjetivo denota la calidad del sustantivo (R.A.E.,
1771), lo califica (R.A.E, 1796, 1901 y 1917), explica alguno de sus accidentes
y propiedades (R.A.E., 1796), se refiere al sustantivo (R.A.E., 1796 y 1901);
lo determina (R.A.E., 1901 y 1917). Y se sigue repitiendo hasta hoy, agravado,
como se ve a continuación.
Los adjetivos son
palabras que se aplican a otras palabras que nombran objetos físicos o mentales
(...). (V. Demonte, G.R.A.E., 1999, § 3.1)
Los nombres suelen
aparecer en la oración acompañados de modificadores que les atribuyen
propiedades o que les capacitan ... para hacer
referencia a entidades del universo del discurso (...). En (1a), por ejemplo,
el adjetivo atribuye la propiedad de "nuevo" al nombre cartero.
El adjetivo es una clase
de palabras que modifica al sustantivo o se predica de él aportando muy
variados significados. (G.R.A.E, 2009, § 13)
Debería ser obvio que sólo en el discurso
metalingüístico las palabras pueden referirse o aplicarse a otras palabras o
predicarse de ellas o atribuirles propiedades; así, fructíferos es un
nombre que refiere a la palabra fructíferos en la afirmación
metalingüística 'fructíferos' es una palabra esdrújula; aguda, en
la afirmación metalingüística 'café' es una palabra aguda le atribuye a café
la propiedad de estar acentuada en la última sílaba o predica de ella que
está acentuada en la última sílaba; monosílabo se aplica a o se predica
de bien, mal, sol, luz y demás monosílabos. Pero en
cualquier frase normal fructíferos atribuye a dos o más objetos
nombrados por el hablante la capacidad de producir frutos: en árboles
fructíferos, a los árboles del caso; en vientre fructífero, al
vientre de María; etc.
Es un absurdo afirmar que los
'modificadores' capaciten para referir: árbol, p.ej., nació en español
con la capacidad de referir a árboles y no a otras cosas. Además, es
semánticamente imposible que nuevo atribuya la propiedad de
"nuevo" al nombre cartero, y perfectamente verosímil, en
cambio, que se la atribuya al cartero.
Por último es obvio que una clase de
palabras no puede modificar a un sustantivo ni predicarse de él ni aportarle
significados: las clases, sean de lo que fuere, son entidades abstractas que no
pueden hacer nada.
Contrasta vivamente con estos desastres el
punto de vista y el modo de decir preciso y apropiado de E. Alarcos Llorach.
Dice este autor en su 'Gramática de la lengua española', R.A.E., 1994:
§ 97 El sustantivo va
acompañado a veces de otra palabra y forman ambos un grupo unitario que
desempeña en el enunciado la misma función que podría aquel cumplir aislado: en
El barrio viejo conserva faroles de traza antigua, el segmento el
barrio viejo funciona como sujeto explícito, igual que lo haría el simple
sustantivo el barrio; la palabra viejo agregada delimita, con su
particular referencia, la designación que efectúa el sustantivo.
[8]
En 3.4.3, R.A.E., 'Esbozo de una nueva gramática de la lengua española', 1973,
se repite con algunos agregados de poca importancia el § 239 de la edición de
1917, y en el § 3.4.9 se agregan a la lista de complementos circunstanciales
los de causa y medio o instrumento.
[9]
Debió de haberse querido decir - creo - "acción significada por el verbo
transitivo ejercida ya sobre el objeto designado por el acusativo".
[10]
Si no lo malinterpreto, Alarcos llama amplitud referencial del verbo a
lo que los lógicos llaman grado de un predicado y algunos gramáticos número
de argumentos del verbo.
[11]
Ciertamente, la frase circunstancias varias en que se produce o realiza la
noción léxica es un jeroglífico: se esperaba "circunstancias varias
que delimitan a la referencia del núcleo verbal".